Vamos de excursión / Let's go for a picnic


Some pics from my profile


Instagram es como la píldora del orgullo para el fotógrafo aficionado, y hasta para el que no sabe que lo es. Te da ese momentito de placer instantáneo y único, casi como una droga, pero que no te roba nada excepto tiempo. A cambio te da. Puedes exprimir tus fotos hasta que suden un algo especial y compartirla con el mundo en cuestión de segundos. Click click y click. El primero para tomar la foto, el segundo para elegir entre varios filtros y el último para lanzarla y poder sumarse a los más de 150 millones de imágenes que almacena la plataforma. Fácil, rápido y sin florituras, ésas las pones tú.

Más de 150 millones entre rincones, sonrisas, tazas de desayuno, muñecos, atardeceres (un clásico básico), trocitos de vidas que van dejando sus 12 millones de usuarios como migas de pan. Pan para el que sabe viajar con la mente, alimento para el que es capaz de sentir la playa, una vista de Tokio (y ojito con la elegancia de los japoneses), una flor, un gato o las paranoias dáctilares (sí sí, eso) de una joven tailandesa en cualquier momento del día.

Entre todos estos retazos de realidad está la tuya. Madrileña, poco exótica claro, pero siempre tuya... Una más compartiendo píxeles, comentarios, luces y sombras con el resto. Y likes, muchos <3. Y así, con cuatro movimientos básicos, el universo instagram convierte este collage cuadriculado en una especie de mundo paralelo en el que los instagramers aparecen y desaparecen, se hablan y se retan. No importa quién eres, sólo qué ves y cómo, y claro, que tu móvil sea un iPhone. Afortunadamente en breve los usuarios del androide tendrán su propia versión, ampliando así las fronteras de esta aplicación que, cuando menos, enseña a mirar al que nunca supo ver. Y eso creo que ya es mucho y muy bueno.



Instagram is like the pill of pride for the amateur photographer, even for those who don’t know that they are one of them. It gives you a little moment of instant and unique pleasure, almost like a drug, but without stealing you anything, except time. In return, Instagram gives you. You can squeeze your pic until they sweat something special and share it in some seconds. Click click and click. First for shoot your photo, second is for choose from several filters, and last for throwing the  pic into more than 150 millions images that stores the platform. Easy, fast and no frills; so you put them.


More than 150 millions counting places, smiles, breakfast cups, toys, of course sunsets (a classic basic), pieces of lives that those 12 million users are leaving like bread crumbs. Bread for who knows how to travel with the mind, food for the one that can feel a remote beach, even in a little screen, a view of Tokyo (watch carefully japanese smartness), a flower, a cat or a finger paranoia (or whatever you call this) of a young Thai girl, in any time of day.


Among all these fragments of reality is yours. Madrid, very less exotic, you know... , but always yours... One more sharing pixels, comments, lights and shadows with the rest. And likes, many <3. And so, with four basic movements, the Instagram universe makes from this collage grid a kind of parallel world in which instagramers appear and disappear, speak and challenge each other. No matter who you are, only what you see and how, and of course, that your mobile is an iPhone. Fortunately Android users will have their own version shortly, thus expanding the boundaries of this application that, at least, taught to look at whom has never seen. And that, I think, it's very, very good.

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